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Desayuno frugal. Saltarse el desayuno es siempre un error, también el día después de una cena opípara y excesiva. El desayuno en estas semanas puede ser más frugal y suave, pero no vale obviarlo. Sirve para reponer fuerzas y para que, al sentarnos a comer, lo hagamos con un apetito normal y con menos ansiedad.
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Menú liviano, pero exquisito. Deben combinarse alimentos hipocalóricos (hortalizas y verduras, frutas, pescados…) con preparaciones sencillas y dar un toque sofisticado a la receta tradicional: una salsa original, un alimento exótico, una presentación sugerente.
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Alimentos depurativos como parte del menú. Estimulan los órganos depurativos (hígado, riñones, intestino) y alivian las molestias por los excesos, como pesadez de estómago, sensación de hinchazón, flatulencia o dolor de cabeza. Los alimentos que tonifican el hígado son los vegetales de ligero sabor amargo (escarola, endibias, alcachofa, cardo, berenjena, infusiones de diente de león y cardo mariano), mientras que las verduras y las frutas, como apio, espárragos, borraja, manzana o pera, activan la acción depurativa del riñón.
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Alimentos ricos en fibra ayudan a evacuar y a aliviar el vientre hinchado. Una fruta en compota mezclada con frutos secos y ciruelas pasas, un yogur con salvado, beber agua y un largo paseo ayudan a este propósito.
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Un yogur al día favorece una mejor digestión.
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Ensalada de entrante. Los alimentos crudos son ricos en enzimas, que ayudan al organismo a realizar una mejor digestión.
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Germinados en la ensalada. Brotes de soja, alfalfa, trigo o cebada contienen enzimas que contrarrestan los gases.
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Repartir las sobras. Compartir los restos de las comidas con amigos y familiares es un truco para no comer de más el resto de días.
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Postres y cafés sin azúcar. Más que optar por edulcorantes tipo sacarina, el consejo saludable es acostumbrar el paladar a los sabores naturales de los alimentos, incluido el ligero amargor del café y del té.
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Caminar una hora al día, como mínimo, ayuda a mejorar la digestión y a que las calorías no se acumulen en el organismo. No tiene que realizarse una hora seguida de actividad, sino que la caminata puede repartirse en dos tandas de media hora, un rato por la mañana y otro por la tarde.
La cantidad que se coma el día antes y el día después de las comidas extraordinarias es un punto de apoyo para compensar los excesos.
El día anterior a la gran comida o cena se puede consumir:
Desayuno: té verde, yogur con bífidus con copos de avena y ciruelas pasas y compota de manzana.
Comida: caldo de borraja o apio, borraja con calabaza, merluza al vapor con pisto y pan integral e infusión digestiva (manzanilla, regaliz).
Merienda: yogur bífidus.
Cena: caldo de borraja o apio, crema de calabaza, cebolla y arroz integral y pan integral con queso fresco y miel.
El día siguiente:
Desayuno: té verde, macedonia de fruta natural (piña, papaya, plátano, pera, manzana), zumo de naranja y yogur bífidus.
Comida: caldo de verduras, cardo con alcachofas, espárragos y almejas, yogur bífidus.
Merienda: uvas, infusión de manzanilla.
Cena: caldo de verduras del mediodía, ensalada completa (escarola, endibias, granada y frutos secos troceados), pan integral e infusión relajante.